¿Pueden los profesores hacer interpretaciones políticas de lo que
sucede en el país frente a sus alumnos? ¿Pueden interpretar –desde un ángulo
legítimo pero partidista- lo que sucede en la realidad política y manipular las
mentes de los alumnos de su aula, que se ven inermes ante el poder del profesor?
Yo siempre lo he tenido claro y jamás he utilizado mi tribuna para mediatizar
en asuntos complejos a mis alumnos. Ni siquiera con la excusa de la reflexión
racional.
Sin embargo, la respuesta a esta pregunta que formulo al principio
es que sí si se hace desde la óptica del nacionalismo catalán. Entonces
profesores de filosofía, de lengua catalana, religión, etc no se recatan en
“pensar” frente a sus alumnos haciéndoles participar de su óptica nacionalista
e independentista. Todo está legitimado como rebelión frente al estado. Y los
niños, incluso bebés, son manipulados en las manifestaciones, no digamos niños,
adolescentes, que se visten y asimilan lo que sus mayores les han metido desde
que nacieron: que son las víctimas de una nación oprimida y ocupada. Y si van a
conciertos de grupos catalanes son de rigor los mítines independentistas y las
olas que difunden desde sus micrófonos:
“espanyol, el que no boti”.
Sé que hay manipulación política goebelesiana en la Radio
Televisió Pública Catalana, que la hay en todo tipo de asociaciones cívicas
(soy socio de un club excursionista de Cornellà que me ha inundado de
propaganda política ante la Diada y el momento histórico de Cataluña. Organizaban su propia participación en la
manifestación del Once de Septiembre), que la hay en el deporte, que la hay en
los conciertos juveniles, en los casales de la tercera edad, en las librerías
(en la Cooperativa ABACUS de Cornellà había un están donde se exponían libros
sobre el procés catalán, con la única
particularidad de que había 29 títulos abiertamente independentistas y uno
solo, con un solo ejemplar, crítico con el soberanismo), que la hay también en
las aulas del instituto de mi hija. Se trata de transformar la sociedad desde
la niñez, la adolescencia, la juventud, la tercera edad, para extirpar todo
signo de españolismo. Y para esto todo vale. Todo. Las manipulaciones más
groseras y fuera de lugar. El fin justifica los medios.
Sin embargo, el 52 por ciento de la sociedad catalana ha votado en
contra de este sesgo manipulador y totalitario. El president de ellos, Artur
Mas, hizo la butifarra a los de Podemos,
Ciudadanos, el PP y el PSOE. Eso es lo
que piensa el nacionalista, convencido de que es el propietario absoluto de su
tierra. Y eso es lo que debe pensar el profesor que “piensa” delante de sus
alumnos hablándoles de filosofía...
Es curioso que yo no haya intentado mediatizar la opinión de mis
hijas en ningún sentido. No las envolví en ninguna bandera a los cinco años, no
las llevé a concentraciones ideológicas y políticas, no las vestí de colores
patrios. Y nunca he hablado a mis alumnos una palabra de más sobre temas
políticos. Me parecería una indignidad y una sinvergonzonería a la cual no
tengo derecho en ningún caso. Pero tal vez sea porque yo no soy un patriota, ni
me gusten las manifestaciones, ni las vestimentas bananeras, ni participo de
los fervores políticos de ningún club de fútbol.
Pero hay quienes sí que se adjudican ese derecho: la patria, la Razón, la filosofía, les dan soporte ideológico.
No obstante, pienso que quien manipule a sus alumnos políticamente
es un sinvergüenza.